Seamos Corruptos Como Antes

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Los latinoamericanos estamos enseñados a vivir en entornos gubernamentales de elevada corrupción, que sube o baja según el gobierno de turno; la Venezuela actual es el ejemplo de lo primero y el Chile actual el ejemplo de lo segundo. Es posible que la frase de que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece, en ese contexto, sea más que cierta.

En Colombia tenemos casos de corrupción cada tanto tiempo, carruseles de contratos los suelen llamar los periodistas y funcionan de la manera clásica: gobernantes y empresarios corruptos se alían para recibir estos últimos los contratos del estado a cambio de coimas a los primeros. En este modelo al final la obra se hace, solo que normalmente con la mitad de la calidad, en el doble del tiempo y en el triple del costo.

Sin embargo en Costa Rica nos está sucediendo algo nuevo; funciona más o menos así:

  1. El gobierno cierra, sin mucho conocimiento público y saltándose o torciendo los procesos licitatorios, un contrato en firme con una empresa, generalmente una multinacional. Puede ser una carretera en concesión, una refinería o similar. Dejo a su imaginación las calidades de lo contratado.
  2. El gobierno hace público el contrato. Acto seguido los periodistas hacen fiesta, la oposición se rasga las vestiduras y los afectados directos e indirectos realizan las protestas y marchas correspondientes.
  3. El gobierno, de marcado corte confesional, entonces dice que ha escuchado a su pueblo y acto seguido, procede a romper el contrato, con toda la parafernalia mediática posible. Todos felices.

En el caso más reciente se rompió un convenio de $524 millones con la firma brasilera OAS para la construcción de la nueva y necesaria carretera a la hermosa zona de San Ramón. La indemnización a la firma para finiquitar al convenio rondará los $46 millones, cerca del 9% del valor total de la obra.

Cualquier empresario normal sabe que llegar a un margen de utilidad de más de un 9% en una inversión no es fácil; utópico sería pensar que uno puede tener ese margen sin siquiera tener que ejecutar el trabajo… excepto que tengas las influencias para negociar con el actual gobierno tico.

En ese nuevo modelo la empresa y sus relacionados en el gobierno se quedan con la utilidad sin tener que desgastarse con la ejecución de la obra y en el país nos quedamos, como se dice coloquialmente, sin el pan y sin el queso, solo con la deuda.

Claro, nadie quiere corrupción, pero como dicen los sabios abuelos: de todos los males el menos peor, entonces reitero entonces mi llamado de una manera más específica: presidenta Laura Chinchilla y su grupo de gobierno: por favor regresen a la corrupción de antes.

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